Creí que divorciarme era lo más duro para mi corazón, pero aún me quedaba más por aprender.
Después de veinticinco años de matrimonio, todo se vino abajo. Me quedé rota, vulnerable, sin saber bien quién era sin esa vida que había construido durante tanto tiempo. Y fue en ese momento, cuando estaba más débil, cuando ocurrió lo peor. porque descubrí algo que nunca imaginé: hay personas que hacen daño no porque hayan sufrido, no porque tengan heridas del pasado, sino simplemente porque sí, porque es su naturaleza.
Yo creía en la bondad, en la empatía, en que todo el mundo tenía un lado bueno si sabías buscarlo, hasta que me topé con un psicópata integral, alguien sin conciencia, sin remordimientos, sin amor real. Me manipuló, me anuló, me desgastó hasta convertirme en una sombra de lo que fui. Lo que viví no fueron errores ni malentendidos, fue manipulación, fue abuso emocional, fue un juego retorcido donde yo nunca tuve posibilidad de ganar.
Al principio me costó entenderlo. Busqué explicaciones, me culpé, intenté razonar lo irracional. Pero un día lo vi claro: no era culpa mía. Hay personas que simplemente son así, que usan y destruyen sin sentir el más mínimo remordimiento, y cuando lo acepté, empecé a reconstruirme.
Hoy, después de todo, soy más fuerte. Aprendí a reconocerlos, a protegerme, a valorar mi paz por encima de cualquier cosa. Me costó lágrimas, dolor y tiempo, pero lo conseguí. Y si tú que me lees sientes que algo no encaja en tu relación, que te desgasta en vez de hacerte feliz, te lo digo claro: abre los ojos antes de que sea tarde. Hay personas que no cambian, y la única salida es salvarte a ti mismo.
Próximas actividades singles Conoce el grupo
Comentarios recientes